Este fin de semana tuve que viajar por asuntos de trabajo al puerto de Kuantan, en el estado de Pahang, uno de los estados federados que se encuentra en la costa oriental de la peninsula Malaya. A pesar de que en linea directa no parece estar tan lejos, hay que cruzar las montañas asi que el camino resulta largo y lento, y toma casi 9 horas de viaje.
El lugar es una playa paradisiaca. Arenas blancas hasta donde la vista alcanza. Aguas azul-verdosas y tibias. Oleaje suave. Una brisa tenue que tempera el calor excesivo. Todo perfecto. Hasta la piscina al lado del mar (ya que no se puede nadar debido a las medusas venenosas que habitan las aguas, pero eso es solo un detalle.) Incluso la humedad es menos que Penang. O al menos se siente menos.
Lastima que pase la mayor parte del tiempo (durante las horas de sol) trabajando. De rato en rato miraba por la ventana, con ojos languidos a la blanca playa que se extendia justo afuera de la sala de reuniones y sentia ganas de salir corriendo y dejar todo botado, y tenderme en la arena a escuchar como las olas batian suavemente bajo los altos arboles y el viento me acurrucaba hasta quedarme dormido.
Este fin de semana tuve que viajar por asuntos de trabajo al puerto de Kuantan, en el estado de Pahang, uno de los estados federados que se encuentra en la costa oriental de la peninsula Malaya. A pesar de que en linea directa no parece estar tan lejos, hay que cruzar las montañas asi que el camino resulta largo y lento, y toma casi 9 horas de viaje.
El lugar es una playa paradisiaca. Arenas blancas hasta donde la vista alcanza. Aguas azul-verdosas y tibias. Oleaje suave. Una brisa tenue que tempera el calor excesivo. Todo perfecto. Hasta la piscina al lado del mar (ya que no se puede nadar debido a las medusas venenosas que habitan las aguas, pero eso es solo un detalle.) Incluso la humedad es menos que Penang. O al menos se siente menos. 
Lastima que pase la mayor parte del tiempo (durante las horas de sol) trabajando. De rato en rato miraba por la ventana, con ojos languidos a la blanca playa que se extendia justo afuera de la sala de reuniones y sentia ganas de salir corriendo y dejar todo botado, y tenderme en la arena a escuchar como las olas batian suavemente bajo los altos arboles y el viento me acurrucaba hasta quedarme dormido.
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