De funerales y otras vistas

Ayer mientras caminaba hacia el paradero, cruce por el estacionamiento del edificio vecino. En una esquina, justo al lado del lugar donde se almacena la basura habian puesto un techo-carpa. Adentro tenian mesas con pastelillos, y sillas todas bien ordenadas como para una recepcion. Pense que era una venta especial como de repente ocurren en las tiendas a lo largo de la Green Lane Road. Sin embargo, al entrar inmediatamente note algo raro. Por partir, solo habia una persona adentro, y era una joven que estaba sentada en una de las sillas del frente, al lado de un incensario que humeaba lentamente. Me miro directamente a los ojos, con tal expresion de asombro que me hizo dudar al momento de mi proposito. Lo segundo fue el ataud que se encontraba en un rincon, con una foto del difunto sobre el.

Justo en ese momento comprendi que era un funeral. Los pastelillos y el incienso son tipicos de los funerales budistas. Probablemente era muy temprano aun como para que el resto de los dolientes llegaran a pagar sus respetos. Mirando alrededor, vi que la tienda era de colores celeste y blanco en listas. Solo eso deberia haberme avisado. Son los colores de la muerte y los funerales. Asi como el rojo y el blanco en listas son los usados para los matrimonios.

Aca es normal que los funerales sean en publico. En las casas donde una muerte ha ocurrido, se pone al difunto en la entrada, bajo una marquesina, y los parientes se sientan a su alrededor esperando a las visitas que llegan a manifestar sus condolencias. Sobre el ataud cubierto de una tela blanca o a veces de una bandera budista, se pone la foto del muerto, rodeada de flores. Sobre una mesa cercana hay pastelillos e incensarios, donde uno quema incienso como una forma de demostrar respeto.

Tambien los visitantes (y a veces incluso los deudos) especialmente si es un funeral chino, se dedican a jugar Mah Jong, un juego de azar parecido al domino, pero mas complicado y donde las apuestas son bastante considerables. Bien diferentes a los ambientes de los funerales a que estoy acostumbrado. No se nota esa pesadumbre a veces real, o a veces algo forzada de los deudos, o las lagrimas y las conversaciones susurradas o el olor a flores en descomposicion. Todo claro, tranquilo... casi me dan ganas de participar, aunque no precisamente como el invitado principal.

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