Templo Taoista

Ayer, paseando por Shulia street, aproveche de detenerme en uno de los tantos templos taoistas que se encuentran por todas partes en la ciudad. En realidad he pasado cientos de veces en frente de ellos, y nunca me habia detenido lo suficiente como para entrar y curiosear: si, curiosear, puesto que es a eso a lo que entre y confieso que quede bien sorprendido. Quiza haya sido el hecho que fuese un pequeño templo - escuela, o quiza el que estuviese en un pobre estado de mantencion y totalmente vacio, o quiza fuese la paz que se respiraba adentro, en una semi-penumbra que era un descanso despues del calor, el brillo y el ruido de la calle. En fin, me recordo esas pequeñas iglesias del centro de Santiago que visitaba cuando niño: umbrosos y frescos templos donde el silencio interior era un marcado contraste con el ruido de los destartalados buses que traqueteaban por las angostas calles, algunas aun empedradas por ese entonces; aquellos donde aun subsistia un aroma tenue a incienso que se desprendia de las raidas telas que cubrian altares y figuras, mezclado con ese algo indefinible a cera y comida rancia que parecia siempre flotar en los ambientes. Templos donde en una esquina siempre habian pequeñas figuras de negro con largos ropones y mantillas, quienes rosario en mano mascullaban interminables letanias. En fin, oasis de paz en medio del bullicio citadino...

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